Espacio líquido de creación y crítica literaria. Marcelo Matas de Álvaro

martes, 7 de febrero de 2012

Charles Dickens


            Como muestra de pequeño, privado homenaje a Charles Dickens en el día en que se cumplen los primeros doscientos años desde su nacimiento, he hojeado algunos de los ejemplares de su obra que tengo en mi librería con la intención de releer esos famosos pasajes que a menudo gustan de permanecer en la memoria. Entre ellos el conocido inicio de “Historia de dos ciudades”, aquel que yo recordaba como “Era el mejor de los tiempos y era el peor de los tiempos…”. Pero la sorpresa me asalta cuando compruebo que las dos versiones que tengo no sólo no coinciden, sino que contradicen el sentido de lo traducido.
            En la edición de Bruguera de 1974, la traducción de Carlos Sempau dice: “Era la peor y la mejor de las épocas, era el siglo de la razón y de la locura, la época de la fe y de la incredulidad, era un período de luz y de tinieblas, la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación, lo teníamos todo ante nosotros y el horizonte se cerraba delante nuestro, se iba directamente al cielo y por el camino más corto al infierno; en resumen, aquella época era tan distinta a la nuestra que algunas de sus más respetables autoridades opinaban que sólo se debe hablar de ella en grado superlativo, ya sea para bien o para mal”. (p. 9)
            En la edición de Unidad Editorial (Colección Millenium) de 1999, la traducción de Salustiano Masó dice: “Era el mejor de los tiempos y el peor; la edad de la sabiduría y la de la tontería; la época de la fe y la época de la incredulidad; la estación de la luz y la de las tinieblas; era la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación; todo se nos ofrecía como nuestro y no teníamos absolutamente nada; íbamos todos derechos al cielo, todos nos precipitábamos en el infierno. En una palabra, a tal punto era una época parecida a la actual que algunas de sus autoridades más vocingleras insistían en que, para bien o para mal, se la tratara sólo en grado superlativo”. (p. 11)
            Las cursivas son mías y tal vez indiquen, con la ironía que tan a menudo se desprende de la obra de Dickens, que ahí resida precisamente la clave que convierte a un escritor en un autor universal, en la libre interpretación –a menudo contradictoria- que en las diferentes generaciones suscita su lectura.

            ("It was the best of times, it was the worst of times, it was the season of Light, it was the season of Darkness, we had of everything before us, we had nothing before us... in short, it was a period very like the present...")

sábado, 4 de febrero de 2012

Un cuento vertical

 Casualidad
Texto de Pepe Monteserín
Ilustraciones de Pablo Amargo
Editorial: Barbara Fiore Editora
32 páginas

            “Casualidad”, con texto de Pepe Monteserín e ilustraciones de Pablo Amargo, es un cuento corto porque se lee en un suspiro y un cuento largo porque después de leído sigue habitando en uno mismo; es un cuento estrecho porque ocupa un mínimo lugar en la página y un cuento ancho porque amplía los márgenes de nuestra imaginación; es un cuento bajito al lado de los dibujos estilizados que lo acompañan y un cuento alto porque en su vuelo nos eleva sobre un paisaje de sensaciones y recuerdos; es un cuento acabado, con su planteamiento, nudo y desenlace, y un cuento interminable que enlaza con la continua maravilla de las historias sin fin; es un cuento para pequeños acostumbrados todavía a leer poco e imaginar mucho y un cuento para mayores que desean que la lectura larga comience cuando se acaba de leer el cuento; es, en definitiva, un cuento que son dos: el que se puede leer (o escuchar si nos lo cuentan) en las páginas pares y el que se puede ver en las imágenes que aparecen en las páginas impares.
            Pepe Monteserín es un autor con una trayectoria larga, ancha y alta (casi interminable en la variedad de trabajos que como escritor frecuenta), que logra condensar en este texto algunas de sus cualidades como narrador. Así, nos ofrece un cuento donde el amor, el humor y el rumor del viento tejen con su hilo poético una leve trama que vuela sobre la casualidad como disculpa de lo que nos acontece. Pablo Amargo, que goza de reconocido prestigio como diseñador gráfico, no se limita a ilustrar el texto, a aportar un mero soporte visual a lo narrado, sino que con sus sorprendentes dibujos en blanco y negro imagina o sueña un mundo diferente, un relato que a través de las páginas va recorriendo una ciudad vertical donde sus vecinos habitan un extraño paisaje de altos edificios y alargados parques, de chimeneas y embarcaderos imposibles, bajo un viento que siempre mueve a su antojo todas las veletas, cometas y molinos del mundo.
En estos atribulados tiempos en los que parece que ya está todo confabulado para la desaparición del libro de papel en beneficio del libro digital, es de celebrar la arriesgada empresa de editar un precioso volumen como éste, merecidamente galardonado con el Premio Internacional CJ Picture Book Award (Corea, 2011). Aunque tal vez los autores y la editorial no lo hayan concebido con esa intención, su diseño también puede pretender llevarle la contraria al viento que, casualmente o no, quiere llevarse volando los libros impresos lejos de la estantería, donde siempre destacará “Casualidad” –por su contenido y formato- entre el resto de los volúmenes que pervivan.
(Publicado en el suplemento Culturas de El Comercio y La Voz de Avilés. 4 de febrero de 2012)